viernes, 27 de febrero de 2009

9:07 p. m.
WASHINGTON. 27 de Febrero.- Barack Obama, que no quiere ser el presidente que perdió la guerra de Irak, anunció ayer que hasta 50.000 soldados norteamericanos permanecerán en ese país después de que las operaciones de combate concluyan, en agosto del año próximo.
Manifestó que esa fuerza residual tendrá como misión el asesoramiento al Ejército iraquí y la participación en acciones de contraterrorismo, y dijo que intentará retirar todas las tropas a finales de 2011.
La nueva estrategia ha desatado aplausos de la oposición y críticas demócratas.
Aunque podría ser el típico caso del vaso medio lleno o medio vacío, una decisión que intenta hacer compatibles sus promesas electorales con las recomendaciones recibidas de los mandos militares, la nueva estrategia anunciada ayer por Obama para Irak ha desatado más bien aplausos de la oposición republicana y críticas dentro de su propio partido.
La intervención del presidente en el cuartel de Camp Lejeune, en Carolina del Norte, tuvo frases para satisfacer todos los puntos de vista.

Reconoció que "la situación ha mejorado", pero añadió que "la solución a largo plazo tiene que ser política, no militar".

Admitió que "hoy hay una renovada causa para la esperanza en Irak", pero advirtió que "no se puede sostener indefinidamente un compromiso que ha asfixiado a nuestras Fuerzas Armadas y que ha costado al pueblo norteamericano cerca de un billón de dólares".
Pese a todos esos equilibrios, esta nueva estrategia contiene algunos elementos que contradicen de forma evidente las promesas electorales de Obama.

La retirada completa de tropas se alarga al menos año y medio sobre el límite de 16 meses que Obama estableció en la campaña.

Aun aceptando que "la misión de combate concluirá el 31 de agosto de 2010", como dijo ayer, hay que recordar que entre los 50.000 soldados que se quedarán habrá unos 10.000 de unidades de combate que podrían ser utilizadas eventualmente con ese fin.

De hecho, actualmente ya casi no hay misiones de combate en Irak, sino patrullajes y operaciones de contraterrorismo.
Además, el anuncio de ayer del presidente deja un final relativamente abierto para la retirada completa de fuerzas. Sus palabras al respecto fueron: "Pretendo retirar todas las tropas de Estados Unidos de Irak para el final de 2011. Completaremos la transición de responsabilidades a las autoridades iraquíes y traeremos a nuestras tropas de vuelta a casa con el honor que merecen".
Obama no ha cambiado, probablemente, su oposición de principio contra la guerra de Irak.

Ayer mencionó, por ejemplo, que una de las lecciones extraídas de ese conflicto es la de que "no se puede volver a ir a una guerra sin unos objetivos claramente definidos".

Pero es obvio que sus conversaciones con los mandos militares le han aconsejado ralentizar los plazos de retirada y hacerla de forma menos rupturista.
El presidente no presentó ayer su proyecto como un cambio. Al contrario, parecía una mera consecuencia de la estrategia seguida hasta ahora en Irak, con algunas palabras que hubiera firmado el propio George Bush.

"Enviamos a nuestras tropas a Irak a acabar con Sadam Husein y lo hicieron. Mantuvimos a nuestras tropas en Irak para ayudar a establecer un Gobierno soberano y lo hicieron. Ahora dejaremos al pueblo iraquí con una oportunidad de vivir una vida mejor; ése es vuestro mérito", dijo entre las ovaciones de los soldados presentes en el acto.
Los dos principales líderes demócratas en el Congreso, Harry Reid, jefe de la mayoría en el Senado, y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, han dicho que los 50.000 soldados que permanecerán en Irak después de agosto de 2010 son demasiados. Pelosi añadió que no entiende cuál es la razón para dejarlos.
El rival de Obama durante la campaña electoral, el senador John McCain, la voz cantante de su partido en estos asuntos, ha declarado que apoya la estrategia presentada por el presidente. McCain ha sido siempre contrario al establecimiento de un plazo fijo para la retirada.
Ésa era también la posición de los jefes militares, incluido el general que dirigió la guerra en los últimos y más exitosos años, David Petraeus.

El primer día de su mandato Obama se reunió con los mandos castrenses para ordenarles la elaboración de un plan para el repliegue. Éstos le presentaron un proyecto con varios escenarios posibles que oscilaban entre el cumplimiento estricto de la total retirada en 16 meses hasta el mantenimiento de la misión de combate dos años más.
Los militares advirtieron, no obstante, que el repliegue completo en poco más de un año pondría en serios riesgos los avances conseguidos hasta hora en materia de seguridad y de desarrollo de un sistema político relativamente democrático en Irak.
El resultado de 40 días de negociación entre los intereses militares y el compromiso del presidente ha sido el plan presentado ayer, que da a las Fuerzas Armadas, según Obama, "la flexibilidad que necesitan para apoyar a los socios iraquíes y triunfar".

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