lunes, 17 de noviembre de 2008

9:19 a. m.
BANI.- En una manifestación de dolor, pena y profundo pesar se convirtió el último día de oraciones, por la memoria en el rezo de los nueve días, para recordar a quien fuera en vida un extraordinario ser humano, conductor de familia, ciudadano integro, trabajador infatigable y una persona que sólo aprendió durante su existencia a acumular amigos, apoyar a su familia y trabajar hasta el final de sus días.
Tras cumplirse, este domingo 16 de noviembre, los nueve días del fallecimiento en este municipio, a los 95 años de edad del hacendado, don José Ignacio Guerrero Soto, tío paterno del periodista Wilson Suazo-Guerrero, dirigente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), decenas de familiares, amigos y relacionados asistieron este domingo al “Rancho de la Familia Guerrero”, ubicado en la jurisdicción de La Vuelta de la Barranca, de la sección Río Arriba, donde se efectuaron los rezos de oración por la memoria del extinto caficultor banilejo.
El fenecido productor agrícola, quien a la hora de su muerte vivía junto a varias de sus hijas y su hijo Santos, en la casa campestre familiar, casó en la década de los años 40 con la dama de la sociedad banileja, doña Ofelia Guerrero Carvajal, madrina de Suazo-Guerrero, y quien falleció hace más de 20 años en Baní.
Con el fallecimiento también hace un año de su primer hijo, el ex teniente de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD), José Altagracia Guerrero (Ñiño), sobreviven a don José Ignacio, sus hermanos Lidia, Pablo, Luis y Juan Guerrero Soto, sus hijos Carmen, Francia (quien reside en Nueva York), Mireya, Deyanira, Jesucita, Felicia, Argentina, Juan Bautista y Santos.
Segundo hijo del matrimonio formado por el maestro de escuela rural, Don Juan Alberto Guerrero Arias, y la modista doña Nicomedes Soto Shampol, José Ignacio administró durante muchos años una finca en la comunidad de la zona montañosa de Las Yaguas, en la parte norte del municipio, donde por años estableció grandes sembradíos de productos menores que le ayudaron a reunir los medios para la manutención de su numerosa familia.
Mientras, en la casa campestre familiar en el paraje de La Vuelta de la Barranca o Arroyo Seco, también cosechó una gran variedad de productos como aguacates, limones, yuca, cajuil, guandules y otros rubros menores que sirvieron para el sustento de su familia.
Junto a las tareas agrícolas en ambos escenarios, don José Ignacio administraba un pequeño taller de zapatería dedicado al arreglo o reparación de zapatos de los residentes en La Vuelta de la Barranca y comunidades aledañas.
De su lado, aparte del periodista Suazo-Guerrero, hijo de Juan Guerrero Soto, están emparentado con José Ignacio los comunicadores Armando Guerrero Nolasco, hijo de Rafael, fenecido hermano de José Ignacio, “Chobby” Capellán Guerrero, hijo de Pascual, otro hermano de José Ignacio que murió hace años, y Juan Bautista, hijo del ex zapatero y agricultor extinto, quien laboró en el periódico local El Serie 3, y además, pertenece al SNTP.

PATRIARCA FAMILIAR

Don José Ignacio se convirtió por años –durante aquellos días de esplendor en sus afanes en el campo, por las décadas 60 y 70 del siglo pasado- en un verdadero exponente de los sentimientos familiares más sanos y puros, al acoger a sobrinos y otros familiares que concurrían siempre a visitarle y a recabar de su compasión y solidaridad espiritual.
Así, veríamos en escenarios distintos a don José Ignacio servir como padre-tío acogiendo para instruir en las actividades del campo a muchos de los hijos de sus hermanos, como Luís Alberto (Betico), Santos Emilio (Ernesto) y Juan Antonio (Juancito), de la prole de su hermano Juan, y a Manuel, hijo de su hermana Socorro, fallecida en 1940.
Igualmente, tenemos desde aquella niñez inolvidable el vivo ejemplo de los hermanos Isidro, Danilo y Orlando Guerrero, hijos de Lidia, los dos primeros fallecidos trágicamente, lo mismo que de Felipe Armando y Roque, hijos de Rafael, uno de nuestros tíos inolvidables, de Colombina y Milqueya, o de Alberto y Valerio, hijos de nuestro tío Pablo, que por la bendición de Dios aún vive, o a Ursulita, vástago de Pascual, y de Luisito, hijo de “Bienve”, el mellizo, también fallecido.
Los ejemplos en esa y otras generaciones de la familia Guerrero, sobran. La lista es interminable. Son testimonios que permanecerán eternamente como fortaleza de una trayectoria de hombres, que como don José Ignacio no sólo engrandecieron a la familia Guerrero, sino a un municipio como Baní. Sus hijos y toda la familia Guerrero-Guerrero, en verdad estaremos orgullosos de haber tenido entre nosotros –íntimamente ligado a nuestras ansias y desvelos- a alguien como don José Ignacio. Paz a sus restos. (Por WILSON SUAZO).

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