viernes, 31 de octubre de 2008

10:25 p. m.
Por una serie de motivos -la naturaleza incierta de las encuestas, los desengaños demócratas, los efectos todavía no precisados de la dimensión racial, el deseo de no desafiar a la suerte- Obama trabaja duramente para ganarse los votos.
COLUMBIA, Misurí­, EE.UU. (AP) - "Aquí estoy, rubricado, sellado, entregado".
Esa es la cantilena que oyen las multitudes en los actos proselitistas de Barack Obama, cuando el candidato presidencial demócrata sale del escenario, el mensaje estruendoso de Stevie Wonder, como certeza de algo que ya está decidido.
Lo curioso es que Obama insiste, precisamente en lo opuesto: todavía no hay nada decidido.
"No podemos darnos el lujo de bajar los brazos, o descansar siquiera un día, un minuto, un segundo en esta última semana", dijo el jueves a sus partidarios. "No en este momento. Tenemos que trabajar duro".
Por una serie de motivos -la naturaleza incierta de las encuestas, los desengaños demócratas, los efectos todavía no precisados de la dimensión racial, el deseo de no desafiar a la suerte- Obama trabaja duramente para ganarse los votos.
En su competencia con el candidato republicano John McCain, Obama ha atraído a cientos de miles de personas a los mítines partidarios en los últimos días. Además ha usado su capacidad de recaudar fondos para comprar en horario preferencia un aviso que vieron 33,6 millones de espectadores y ha esgrimido su nueva unidad con el ex presidente Bill Clinton.
Pero, Obama también tiene cuidado de involucrarse individualmente con los votantes. Dos veces esta semana, en oficinas de su campaña en las afueras de Denver y en Pittsburgh, habló directamente con votantes por teléfono.
Una mujer lo interrogó largamente sobre sus antecedentes ambientales. Otro votante dijo que quería entradas para su asunción. Y una lo hizo sonreír cuando le dijo que estaba "ciento por ciento" con él. "No te defraudaré", le aseguró.
Es tradición en política no lucir demasiado jactancioso. Los votantes odian que se dé por sentado que cuentan con su voto. Pero el tono de Obama demuestra que extrema su cautela.
Pese a todas las encuestas que lo favorecen, persiste en su campaña el temor de que cualquier cosa puede pasar a último momento. El candidato demócrata parece sereno, pero no quiere saber nada del exceso de confianza.
"La complacencia mata las campañas", advirtió Mark Mellman, estratega demócrata y encuestador de John Kerry durante la campaña presidencial del 2004.

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