LONDRES.- Se necesitan siete palabras
para resumir lo que sir John Chilcot quiso decir usando 2,6 millones de ellas:
La guerra en Irak fue una farsa. No es la primera vez que se escucha algo
similar. Pero, en este caso, se trata de un miembro del Consejo Privado del
Reino Unido que se tomó varios años investigando lo sucedido antes y durante la
guerra, para concluir, sin ambages, que el Reino Unido eligió invadir Irak,
junto con Estados Unidos, con base a mentiras y sin tener en cuenta las otras
opciones con las que contaba.
Chilcot
sabía desde 2011 que su informe (solicitado en 2009 por el entonces primer
Ministro británico Gordon Brown) iba a levantar ampolla al momento de ser
conocido. Y no estaba equivocado. Tras hacerse público, el exprimer Ministro
Tony Blair, quien ordenó la invasión, ofreció excusas, aunque dijo que pensaba
que había tomado la decisión correcta. “El mundo está mejor y es más seguro
(...) Sé que hay personas que nunca lo olvidarán, ni me perdonarán por aquella
decisión y que piensan que la tomé de manera deshonesta”.
El
actual primer Ministro David Cameron salió en defensa de Blair y dijo que,
aunque había habido errores, el informe era claro en que no había habido nada
ilegal. Por su parte, Jeremy Corbyn jefe del Partido Laborista, al que
pertenece Blair, pidió disculpas por esta decisión “catastrófica”.
Los yihadistas
Irak
nunca se convirtió en la democracia estable que prometían Estados Unidos y el
Reino Unido. Hoy es un régimen acosado por organizaciones yihadistas como el
Estado Islámico, que el pasado domingo atacó Bagdad con un camión bomba,
acabando con la vida de 213 personas. Tras conocerse el informe Chilcot, el
exprimer ministro británico Tony Blair dijo que no podía aceptar “como dicen
algunos, que apartando a Sadam Hussein provocamos el terrorismo de hoy en día
en Oriente Medio y que deberíamos haberlo dejado ahí. Estoy profundamente en
desacuerdo con eso”. Sin embargo, el informe da cuenta de que a Blair le habían
informado sobre los riesgos de invadir Irak, entre ellos, la posibilidad de que
Al Qaeda se fortaleciera, convirtiéndose en una amenaza para el Reino Unido y
sus intereses. También le habían dicho que con una invasión se corría el riesgo
de que el arsenal iraquí cayera “en manos de los terroristas”. Los riesgos de
un conflicto interno en Irak, la influencia de Irán, la inestabilidad regional
y la presencia de Al Qaeda, “ya habían sido identificados antes de la
invasión”. Y, sin embargo, no se les dio importancia.
Las tales armas químicas
Antes
de la guerra, el presidente estadounidense no hizo sino repetir que en Irak
había armas químicas que suponían una amenaza para la seguridad mundial. Para
comprobarlo, las Naciones Unidas enviaron a un grupo de inspectores a ese país.
Pero antes de que estos entregaran sus resultados, EE.UU. y el Reino Unido ya
habían decidido invadir Irak. Y mientras las bombas acababan con Bagdad, los
expertos dieron a conocer su dictamen: las tales armas químicas no existían.
Una ONG estadounidense, Integridad Pública, contó 935 mentiras por parte del
gobierno estadounidense para justificar la guerra.
De
acuerdo con el informe Chilcot, en el Reino Unido los informes sobre la
severidad de la amenaza de las supuestas armas de Hussein fueron presentados con
una “certidumbre injustificada”. Ya invadido Irak, y ante los informes que
confirmaban que la amenaza no era tal, Tony Blair le dijo al Parlamento que así
Irak no tuviera reservas de armas químicas, tenía “la intención y la
capacidad”. De acuerdo con el informe, al final, es claro que “la política fue
hecha sobre la base de evaluaciones e inteligencia defectuosa”.
Las opciones
El
Reino Unido decidió unirse a la invasión de Irak sin haber agotado otras
opciones pacíficas, dice el informe. Tras los atentados del 11 de septiembre,
Blair le dijo al entonces presidente de EE.UU., George W. Bush, que no tomara
acciones “apresuradas” respecto a Irak. Luego dijo que había que contener al
presidente iraquí, Sadam Hussein. Pero, al final, tras una reunión con Bush, el
entonces primer ministro británico dijo que Hussein no iba a ser removido del
poder sino con una invasión. Y se convirtió así en el principal aliado de
EE.UU. “Estaré contigo pase lo que pase”, le dijo Blair a Bush.
Los soldados
Algunos
de los familiares de los 179 soldados británicos muertos durante la guerra en
Irak han dicho que analizan la posibilidad de demandar a Blair por lo sucedido
con sus allegados, tras conocerse el informe Chilcot.
Este
señala que “a pesar de las advertencias, las consecuencias de la invasión
fueron subestimadas” y que “la planeación y la preparación para Irak, tras la
caída de Hussein, fue completamente inadecuada”. Respecto a lo militar, el
informe asegura que había muy poco tiempo para preparar y enviar tropas y “los
riesgos no fueron identificados ni expuestos a los ministros”.
Protestas
en Londres por el informe sobre la participación del exprimer ministro Tony Blair
en la guerra en Irak.
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