En resumen, todo aquel que observó y participó de la
llamada prueba, de seguro que jamás respaldaría que se aplique de modo tan
apresurado un sistema que ni siquiera los propios técnicos de la JCE manejan
con eficacia y transparencia.
El debate público sobre la aplicación del sistema de
escrutinio y conteo automatizado de los votos de las elecciones del próximo 15
de mayo, deja la impresión de que se trata de una confrontación entre
defensores a capa y espada, incondicionales, de la JCE y su presidente, Roberto
Rosario, y otros que por sectarismo y desorientación lo adversan y cuestionan.
Los primeros consideran injustos los cuestionamientos a
una JCE que ha trabajado largo e intenso y con ímpetu modernizador. En
realidad, el trabajo de los jueces de la JCE no ha sido del tamaño y la calidad
que ellos creen y sus publicistas propagan, pero ha sido valioso.
Ahora bien, las elecciones generales de un país no son, en
ningún lugar, un acto de homenaje y premiación a nadie, sino el momento supremo
de confrontación pacifica, –pero tensa-, de fuerzas políticas que luchan por el
poder.
La disposición de la JCE para la aplicación del sistema
automatizado de escaneo y conteo de los votos en todo el país fue publicada el
17 de abril como la Resolución No.64-2016. Si se lee con atención, y en
paralelo la Ley Electoral, Ley No.275-97, en sus artículos relacionados con el
escrutinio, conteo, verificación, impugnaciones y la conformación del padrón de
concurrentes, se encontrará que la resolución y la ley no cuadran, se oponen o
anulan una a la otra y en ese caso, según los juristas, “ley mata resolución”.
Además, la disposición de la JCE modifica radicalmente el
eslabón clave de las elecciones: el conteo y validación del voto. ¡Lo más
importante!
Esa modificación sustancial del sistema de escrutinio se
está proponiendo a escasos días de las elecciones y sin antes haber pasado el
filtro de pruebas experimentales suficientes y una adecuada auditoría técnica
independiente de dicho sistema. Para colmo de males, la prueba intentada el
pasado domingo primero de mayo fue un rotundo fracaso. Por ejemplo, en Santo
Domingo Norte, municipio en el que tuve la oportunidad de observar el proceso
en diferentes recintos de votación, muchos de los equipos no funcionaron y en
otros los técnicos responsables de la demostración o prueba no pudieron
completar sus tareas luego de largas horas de intento.
En resumen, todo aquel que observó y participó de la
llamada prueba, de seguro que jamás respaldaría que se aplique de modo tan
apresurado un sistema que ni siquiera los propios técnicos de la JCE manejan
con eficacia y transparencia.
En consecuencia, la JCE se coloca ella misma en la franja
de la duda al querer “innovar” a última hora, sin estar preparada ni haber
logrado consenso y, peor aún, violando su propia ley electoral, Ley 275-97,
especialmente en sus artículos 127, 133 y 135. Todo lo que piden las fuerzas de
la oposición es que se les garantice el conteo manual de cada voto y que luego
se realice –en un número acordado de colegios– el conteo electrónico. Danilo
Medina ganó la Presidencia de la República con el sistema de conteo manual de
votos. No hay nada más enriquecedor que la innovación, pero, decía Mao Tse Tung:
“apliquemos la medicina para curar el enfermo, no para matarlo”.
En resumen, los defensores encendidos de la JCE y Roberto
Rosario deberían explicar qué hacer con la Ley Electoral: ¡¿La violamos?! ¿La
sustituimos por una resolución?
Antonio Almonte. Ex
director de la Comisión Nacional de Energía. Graduado en Física y en Ingeniería
Nuclear (Madrid y Londres).
0 comentarios:
Publicar un comentario