lunes, 29 de diciembre de 2008

11:39 a. m.
Por Sergio Acevedo
La reunificación del PRSC es un imperativo de la historia y la misma está fundamentada en la necesidad que tienen los grupos de centro derecha de mantener una expresión política propia, en la que estén presentes todas sus expectativas como sector importante del tejido social dominicano.
La unidad, es la única fórmula que puede darles sustancia a los reformistas y remitirlos a un estadio de poder cónsono con su naturaleza, ya que dispersos no podrán nunca conformar un proyecto político de importancia y digno de ser considerado por el electorado.
El grado de deterioro en que se encuentra ese partido, cada vez más alejado de los núcleos sociales del país, sin un liderazgo que pueda conducirlo hacia la conquista de objetivos políticos de importancia, sin coherencia y sin recursos para concatenar un proyecto a corto y mediano plazo, hace que la unidad sea un requerimiento urgente sin el cual no se podrá avanzar y, consecuentemente, el partido desaparecería irremisiblemente. Por dialéctica, sabemos que lo que no crece muere.
El PRSC, debe prepararse para que su reunificación sea un proceso que involucre a sus fuerzas vivas las cuales, no obstante estar dispersas, tienen su presencia en el escenario político del país, ya que las mismas se expresan a través del voto respaldando a otras fuerzas políticas, especialmente al PLD, partido que gracias a ese apoyo logró mantenerse en el poder.
No se puede negar la inclinación de los reformistas a votar por ese partido, aunque la inmensa mayoría permanezca fiel a sus convicciones Balagueristas, lo que revela con claridad que la unidad debe fundamentarse en un proyecto que se plantee una alianza táctica con el PLD con miras a la participación de ambos partidos en las elecciones de medio término, en su primera etapa y, luego, construir una alianza estratégica similar a la existente en Chile que permita a las organizaciones llevar a cabo un programa para resolver los problemas que nos mantienen como una Nación subdesarrollada.
Si continuamos con los mismos esquemas dirigenciales que nos han mantenido en el ostracismo político y que han sido motivos de desconfianza en la población, estaremos jodidos, porque no es verdad que los reformistas se van a integrar para que el grupito de protervos que los dirige mantenga los privilegios que les han permitido enriquecerse a costa del trabajo de los demás.
El PRSC debe abrirse al país, a sus fuerzas vivas, a sus jóvenes y mujeres, a los trabajadores del campo y la ciudad, a los grupos populares, a los sectores organizados, en fin, a todos debe llevarles un mensaje de aliento y de esperanza, porque no es verdad que el país está conforme con los que están y mucho menos con los que se fueron.
Se requiere que el PRSC se convierta en un frente de masas en donde estén todos los dominicanos que trabajen y luchen por un cambio verdadero, aunque en esta etapa requiera sumergirse en una alianza con otra fuerza. Las alianzas son mecanismos de la democracia, lo que se necesita es hacerlas bien, de modo transparente y que beneficie a sus componentes.
Hay que adecentar al PRSC, insuflándole savias nuevas, no podemos estancar la organización reciclando a los que la llevaron a un mísero 4 %, porque esa gente no inspiran confianza ni a los reformistas, ni a la población. Ahí están los resultados de una gestión torva que nos llena de vergüenza a todos los que hemos dedicado nuestra existencia a esa organización.
Hay que estructurar una directiva con lo mejor de todos, los que están y los que se fueron y los que habrán de llegar como consecuencia del nuevo proceso en el cual todos tengamos garantía de participación y de respeto al trabajo político.
Los nombres sonoros, los apellidos “ilustres” que tanto daño le han ocasionado a la organización, deben competir en igualdad de condiciones, sin los privilegios repugnantes que les han catapultado hacia la cima del poder político, cebándose con los nutrientes producidos por otros seres vivos.
El PRSC debe mantenerse vivo, viable, porque nuestra democracia demanda su presencia en el escenario nacional. El bipartidismo no es conveniente en esta sociedad, por lo menos en esta etapa de nuestro desarrollo. Debemos construir una fuerza que sea una alternativa de solución a los problemas del país, que no sea egoísta como los que están, ni aventurero como los que se fueron. Una fuerza equilibrada, conservadora, que trabaje y luche por el bien común.

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